martes, septiembre 20, 2005

JUSTICIA, NO VENGANZA

SIMON WIESENTHAL (n. Buczacz, 1908 - m. Viena, 2005)

Lo primero que he hecho esta mañana al encender el ordenador ha sido enterarme de la muerte de Simón Wiesenthal, el cazador de nazis; personaje al que he hecho alusión varias veces en esta misma bitácora. Wiesenthal es un personaje que conocí hace años a través de las páginas de su libro "Justicia, no venganza"(Ediciones B), y fue uno de los que despertaron mi interés por el Holocausto. Su novelesca vida es más que merecedora de una reseña aquí; con él probablemente acaba una historia que el mismo Wiesenthal había reconocido que estaba practicamente concluída cuando decidió retirarse en 2003, la de la caza de los criminales de guerra nazis.
Wiesenthal nació en lo que hoy es Ucrania en 1908. Perdió a su padre en la Primera Guerra Mundial y vivió una temporada en Viena y luego en Praga, donde estudió arquitectura. En 1936 se casó con Cyla Mueller y abrió un estudio de arquitectura en Lvov que se vió obligado a cerrar en 1939 al ser dividida Polonia entre Alemania y la URSS. Durante la ocupación soviética trabajó en una fábrica y parece que varios de sus familiares políticos fueron asesinados por los rusos. En 1941 los alemanes sustituyeron a los rusos y a punto estuvo de ser ejecutado por guardias ucranianos, aunque se salvó por mediación de un antiguo empleado de su estudio. Finalmente fue deportado con su mujer al campo de Janowska y de ahí a los trabajos de construcción de una vía ferrea donde no recibió mal trato aunque, según cuenta, estuvo a punto de ser ejecutado otra vez, siendo salvado en el último momento por sus jefes alemanes. En el ferrocarril entró en contacto con los partisanos, a quienes vendió información a cambio de papeles para su mujer quien consiguió huir gracias a no parecer judía. En 1943 consiguió escapar con ayuda de sus jefes alemanes. En sus memorias dice que el hecho de haber sido salvado en dos ocasiones de morir por sus presuntos enemigos le hizo rechazar posteriormente la idea de culpa colectiva en relación con el pueblo alemán o cualquier otro. Poco después volvió a ser capturado y enviado a Janowska en 1944. De allí lo sacaron los guardias de las SS junto a otros muchos a quienes utilizaban como excusa para no acabar en el frente y, tras deambular por Ucrania, Alemania y Austria durante un tiempo, acabó en el campo de Mathausen, donde fue liberado por los americanos medio muerto (pesaba 45 kg) en mayo del 45. Entre 1945 y 1947 colaboró con los americanos, trabajando para la sección de crímenes de guerra del ejército, pero también para el OSS y el CIC. Además formó parte del comité central judío de la zona americana de Austria. Mientras tanto había conseguido encontrar a su mujer(89 miembros de ambas familias, incluyendo la madre de Wiesenthal murieron en el Holocausto), y en 1946 tuvieron una hija.
En 1947 dejó de colaborar con los americanos y abrió el centro judío de documentación histórica de Linz en el que, con un puñado de voluntarios, trataría de seguir con el trabajo que había venido haciendo para los americanos, la búsqueda de testimonios e información sobre criminales de guerra nazis. El mismo Wiesenthal dice que haber sobrevivido milagrosamente donde tantos sucumbieron le impulsó a dedicar su vida a ello. Sin embargo, en 1954 se vio obligado a cerrar el centro ante la falta de interés de los aliados por el tema. Empezaba la guerra fría, y era difícil obtener ayuda de unos gobiernos que veían ahora a los criminales nazis de otra manera.
En 1960, su participación la búsqueda que terminó el secuestro, juicio y posterior ejecución de Adolf Eichmann, uno de los principales artífices de la Solución Final, por los israelíes le volvió a dar la celebridad y los ánimos para reabrir el centro de documentación, esta vez en Viena. Desde entonces los éxitos se sucedieron, consiguiendo la captura por las autoridades de criminales como el comandante de Treblinka, Franz Stangl, o la localización en 1963 de Karl Silberbauer, el oficial de la Gestapo de detuvo a Anna Frank, cuya historia era puesta en duda por aquel entonces por los revisionistas.
En su centro de documentación Wiesenthal recibía a diario miles de cartas con testimonios o datos sobre crímenes de guerra, aunque también ayudó a reunir familias separadas en la guerra y a buscar a multitud de desaparecidos. En 1967 aparecieron sus memorias "Los asesinos están entre nosotros" que fue convertida en película para la TV. Para entonces ya era mundialmente reconocido, y su fama le llevó incluso a aparecer como personaje cinematográfico en dos largometrajes de ficción relacionados con la caza de criminales nazis: "Odessa" (1974), y "Los niños del Brasil" (1978). Su trabajo le llevó a partir de entonces a acumular galardones como la Legión de Honor francesa o la Medalla de Honor del Congreso americana. Además participó en la creación del Centro Simon Wiesenthal de Los Angeles así como en el llamado Museo de la Tolerancia de la misma ciudad americana, encargados de mostrar el holocausto a las futuras generaciones mediante iniciativas como el documental "Genocidio" (1981) y de ser una especie de guardianes frente a los rebrotes del nazismo y el antisemitismo.
Evidentemente con una labor como la que se impuso Wiesenthal uno se hace muchos enemigos, y la figura de Wiesenthal quedará para la historia como polémica gracias a ellos. En los años 70 fue famoso su encontronazo con el primer ministro de Austria Bruno Kreisky tras acusar a varios miembros de su gabinete de ser antiguos nazis. Kreinsky llegó a decir que Wiesenthal había trabajado para la Gestapo en la guerra. Los años 70-80 vieron el rebrote de los movimientos neonazis y el nazimiento del revisionismo histórico sobre el holocausto. Naturalmente Wiesenthal fue pronto marcado como un enemigo y acusado de dar caza a ancianos inocentes, en 1982 su casa de Viena fue atacada con un artefacto explosivo. Los ucranianos, por último, mantuvieron siempre una gran antipatía por él, puesto que siempre dijo que los auxiliares de esta nacionalidad que utilizaban los alemanes eran peores que los mismos nazis, lo que le valió miles de cartas airadas procedentes de su tierra natal cuando esta se hizo independiente. Pero además, el cazador de nazis sufrió ataques por parte de los de su propio bando: así Issel Harel, el agente del Mossad que lideró la operación Eichmann, negó en unas declaraciones que Wiesenthal hubiese participado en la operación y Eli Rosenbaum, investigador que buscaba nazis para el gobierno americano y el congreso mundial judío, le acusó de ser un incompetente que solo sobresalía por su afán de protagonismo. Además desde Israel se alzaron algunas voces en los 70 que lo acusaban de enriquecerse con el Holocausto.
Pese a todo ello, de lo que no cabe duda es de que fue gracias a la terquedad de Wiesenthal y a su incesante trabajo de zapa en medios de comunicación y juzgados que la caza de nazis permaneció abierta durante tantos años. Incluso llegó a impulsar leyes que evitaban la prescripción de estos crímenes desde su centro en Viena. En 2003 murió su mujer. Por aquel entonces Wiesenthal ya se había retirado y opinaba que su trabajo estaba concluído.

jueves, septiembre 01, 2005

AL SERVICIO DE LA FE


KRUNOSLAV DRAGANOVIC (n. Brckom, 1903 – m. Sarajevo, 1983)

Tras la invasión alemana de Yugoslavia en 1941 los nazis cedieron el poder en Croacia a la Ustasha de Ante Pavelic, partido fascista caracterizado por su fanatismo religioso y nacionalista. Los ustachis croatas eran católicos, frente a la parte serbia de la población que era ortodoxa. Desde el principio Pavelic no ocultó sus planes de exterminar a un tercio de los serbios, deportar a otro tercio y convertir al catolicismo al resto. Alentados por el Vaticano, que vio una oportunidad inmejorable de aumentar su influencia en una zona de mayoría ortodoxa, los miembros de la iglesia croata no solo bendijeron al nuevo régimen, sino que participaron directamente en la matanza de unas 700.000 personas entre serbios, judíos y gitanos. Los franciscanos fueron los más distinguidos en estos actos que hoy llamaríamos limpieza étnica y, de ellos, sin duda destaca Krunoslav Draganovic por su trayectoria durante y después de la guerra.
Secretario del arzobispo de Sarajevo, Draganovic se convirtió tras la independencia de Croacia en uno de los líderes ustachis, llegando a ser coronel y participando directamente en la organización y ejecución de matanzas de serbios. Además Draganovic trabajó en el Ministerio para la colonización interna, encargado del reasentamiento de católicos y musulmanes en las tierras de los serbios ejecutados o deportados, así como de la administración de los bienes robados a estos. En 1943, ante el cambio del curso de la guerra, Draganovic fue enviado a Roma como representante de la Cruz Roja croata para ocupar el cargo de secretario del instituto croata del Colegio de San Girolamo degli Illirici, con muy buenas recomendaciones para el Papa Pío XII del arzobispo Alojzije Stepinac. En realidad su misión en Roma era preparar lo que luego sería la principal vía de escape de los jerarcas ustachis, incluido Pavelic, vía Italia; el llamado Pasillo Vaticano en el que se hicieron célebres también otros clérigos como el austriaco Alois Hudal. Además Draganovic aparece como personaje central en la desaparición de unos 350 millones de francos suizos que procedían del expolio de los serbios, judíos y gitanos deportados. Según varias fuentes, el dinero fue sacado de Yugoslavia via Austria previo pago a las autoridades británicas de 150 millones para que hicieran la vista gorda. Hay constancia del uso de ese dinero para compensar a empresas británicas que habían sido utilizadas en el esfuerzo bélico. El resto fue depositado en el Vaticano, y sirvió para pagar la huída y posterior exilio de los fascistas croatas en España y Sudamérica. Por el colegio de San Girolamo, convertido en otro de los centros de la organización ODESSA, pasaron también criminales de guerra nazis como Klaus Barbie, el carnicero de Lyon o Josef Mengele. Además se sabe que algunos de los fugitivos fueron escondidos en otras dependencias del Vaticano así como en Castel Gandolfo, residencia de verano del Papa, lo que hace que sea difícil creer que las altas esferas vaticanas no estaban al tanto de la trama como aseguran. En esa época Draganovic ya había establecido contacto con el servicio de contraespionaje americano (CIC) que financiaba y daba el visto bueno a algunas de estas operaciones con la excusa de que los fugitivos eran combatientes anticomunistas. Además, Draganovic aprovechó el tirón para hacerse con una pequeña fortuna puesto que, aún siendo por presuntos motivos caritativos, el hecho es que cobró 1.500 dólares a algunos de los fugitivos por los documentos falsos que les entregó, así como 650 por el transporte hasta Argentina. Desde 1947, ayudó al CIC a organizar acciones terroristas contra la Yugoslavia de Tito. Desde 1959 hasta 1962 estuvo en la nómina del ejército americano, aunque parece que también tenía contactos con el espionaje británico y, extrañamente, con el KGB y la inteligencia de Tito. Estas “malas compañías” hicieron que los americanos lo considerasen fuera de control y dejaran de pagarle en 1962. En 1967 desapareció. Los antiguos miembros de la Ustasha enseguida clamaron que había sido secuestrado por la policía del mariscal Tito, sin embargo al poco tiempo apareció sano y salvo en Sarajevo, donde dio una conferencia de prensa denunciando a sus antiguos camaradas y mostrándose favorable al gobierno yugoslavo. Si lo hizo obligado o no sigue siendo un misterio, el caso es que desde entonces hasta su muerte acaecida en 1983, Draganovic vivió retirado en un monasterio de Sarajevo sin ser molestado por el régimen comunista.
En 2000 la firma americana de abogados Easton & Levy inició acciones legales contra el Vaticano y la orden franciscana, así como contra varios bancos de Argentina, Suiza, España, Austria, Italia, Portugal y Alemania; representando a los herederos de los serbios expoliados durante la guerra en un intento de que se reconociese ese otro holocausto sucedido en ella, así como la participación de la Iglesia Católica.