sábado, marzo 18, 2006

EL ALCALDE DE MUDRIÁN


SATURNINO DE LUCAS (n. Mudrián, 1911 – m. Mudrián, 1970)

La condena por parte del Consejo de Europa de la dictadura franquista y la recomendación de medidas como declarar el 18 de Julio día dedicado a las víctimas o hacer del Valle de los Caídos un museo de la memoria venía ayer a sumarse a lo que muchas voces vienen pidiendo hace tiempo desde nuestro país, es decir, que se deje de tergiversar la verdad sobre lo que fueron 40 años de dictadura brutal que dejaron a España huérfana de algunos de sus hijos más destacados. El franquismo no fue una “dictablanda” necesaria como dicen algunos, ni casi una democracia como aseguran otros, fue un régimen autoritario que comenzó con el asesinato de miles de opositores y que obligó a muchos más al exilio en el extranjero o, en muchos casos, en su mismo país, obligados a callar por miedo a la muerte. El exilio interior alcanzó incluso a algunos de los “vencedores”, cuyos ideales no esperaban que la victoria trajese lo que trajo. Quizás las víctimas más sangrantes de ese exilio interior fueron los llamados topos. Enterrados en vida por el terror a ser asesinados en la tapia de un cementerio, muchos de ellos, que habían sido dirigentes o simplemente simpatizantes de los partidos de izquierda, empezaron a salir a la luz a finales de los 60 y principio de los 70 con los sucesivos decretos de amnistía, como el alcalde republicano del pueblecito segoviano de Mudrián, que volvió a la vida tras 34 años.
Saturnino de Lucas, el segundo de ocho hijos, nació en una familia pobre de resineros. Desde los quince meses quedó cojo por la poliomielitis, pese a lo cual tuvo que empezar a trabajar desde los 6 años, puesto que lo que ganaba su padre no daba para mantener a la familia. Pese a su minusvalía por la que recibió el apodo de “el cojo”, trabajó en la resina como sus mayores, así como de picapedrero, porquero y recadero del pueblo. Aunque tuvo poca oportunidad de acudir a la escuela, sus maestros enseguida se fijaron en él y trataron de que estudiara, sin embargo la enemistad de su padre con Juan Marcelo del Campo, alcalde y cacique del pueblo, hizo que se le negasen becas e incluso que se obligase al maestro a no admitirle en la escuela. No obstante, gracias a las clases que el mismo maestro le daba a escondidas y a su afición al estudio consiguió una educación mínima que le valió para obtener varios empleos de vendedor de seguros y agente comercial por toda la comarca que ejercía al mismo tiempo que el oficio que zapatero. Además, se interesó por el derecho, y aunque una y otra vez el alcalde de Mudrián denegaba las becas solicitadas para él por el cura y el maestro, logró saber lo suficiente para representar a los obreros pobres de la región en múltiples pleitos, lo que le enemistó con la mayoría de los caciques de la zona. Incluso llegó a sacar unas oposiciones para secretario del pueblo toledano de Torrijos, aunque no pudo tomar posesión de la plaza por no tener 25 años. Su defensa de los obreros le hizo ir obteniendo cargos en sus organizaciones, aunque no le gustaba demasiado la política porque más que nada era un idealista. En 1933 le nombraron presidente de la UGT en la zona, y en 1936 delegado del Frente Popular. Finalmente fue nombrado alcalde de Mudrián por el gobernador de Segovia que había depuesto a Marcelo del Campo por un presunto desfalco.
Al iniciarse la guerra civil Saturnino de Lucas se mantuvo en su puesto pese a que Segovia se decantó rápidamente por los rebeldes. En los primeros días se presentó en el pueblo un grupo de obreros de Cuéllar con la intención de asesinar al cura. Saturnino los hizo frente y le salvó la vida al párroco, con el que siempre se había llevado bien puesto que era un hombre religioso y que en Mudrián, a diferencia de muchos otros lugares, los sacerdotes habían apoyado casi siempre a los humildes contra los caciques. El día 24 de Julio los que aparecieron fueron un grupo de falangistas de otra localidad vecina que buscaban al alcalde porque los caciques de la zona habían ofrecido 60.000 pesetas por su cabeza. Lo buscaron por todo el pueblo, incluso se llevaron a su familia y amigos para torturarlos, pero no lo encontraron. El cojo estaba donde nadie buscó. Su amistad con el cura le valió que este le devolviera el favor, escondiéndole en el arcón de una cuadra de la iglesia en el que estaría hasta 1940. Durante casi cuatro años permaneció escondido por el sacerdote, viviendo todo el día en el arcón y saliendo solo por las noches para fumar y charlar con el religioso. Sin embargo los años de ocultar a su amigo pasaron factura a la mente del párroco, que acabó perdiendo la cabeza y a punto estuvo de descubrirle. En febrero de 1940 tuvo que dejar su escondite, para ocultarse en casa de sus padres. Pasó a vivir en una buhardilla de dos por cuatro metros en la que era imposible ponerse de pie y cuyo único contacto con el exterior era una pequeña abertura oculta en un murillo de adobe por el que le alimentaban y le facilitaban lo que necesitaba. Con una pequeña máquina de escribir y una radio pasó oculto incluso a las mujeres de sus hermanos y sus sobrinos los siguientes treinta años, aguantando temperaturas de más de 50ºC en verano y de menos de –20ºC en invierno, viviendo experiencias como la muerte de su madre en 1959 o el miedo constante por los frecuentes registros de la casa por parte de falangistas y guardias civiles con la única compañía de sus libros y sus hermanos por las noches desde el otro lado del muro. Pese a su situación, siguió llevando sus negocios de agente comercial gracias a sus hermanos y escribió un diario, una novela e incluso un tratado de magia, a la que era muy aficionado.
Finalmente salió de su encierro el 30 de abril de 1970 tras la amnistía general. Su estado de salud no era bueno, y cuando fue entrevistado por Jesús Torbado y Manuel Leguineche para su libro “Los topos” (El País-Aguilar) era un hombre acostumbrado a vivir en la oscuridad acompañado solo de su pensamiento. Divagaba y tenía prisa por comunicar al mundo todo lo que había descubierto en sus años de soledad: técnicas de sugestión y extrañas curas leídas por ahí (llegó a sacarse él solo 5 muelas), el secreto para la paz mundial. Su imagen era la de un Don Quijote que había tenido años para leer demasiado, aunque pese a algunas excentricidades como las citadas en general había permanecido mejor informado de lo que pasaba en el mundo que sus hermanos y sobrinos, más preocupados por la vida cotidiana. Murió el 6 de diciembre, poco más de 7 meses después de abandonar su improvisada celda.
Cuentan en su libro Torbado y Leguineche que aún en 1970, cuando se enteró de que el cojo vivía, Juan Marcelo del Campo recorría las calles del pueblo susurrando: “¡Hay que matarlo, hay que matarlo!

18 Comments:

Anonymous Anónimo said...

mola la historia

12:16 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

juasjuas, ya entiendo porque me insultas, tu eres de los de la II república 70 años después, ánimo chaval!!

2:38 p. m.  
Blogger Jose Antonio del Valle said...

Te insultas tú solito. Y sería III República, aunque tampoco te creas que soy muy fanático de eso.

3:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Llegué saltando desde el blog de un amigo y me he devorado el tuyo. Me gusta lo fácil que es leerte.
Irene

6:42 p. m.  
Blogger Jose Antonio del Valle said...

:) Me alegra que te guste. Va siendo u poco largo para devorarlo de una sentada ¿no?

9:18 p. m.  
Blogger Angel Martín Fernández said...

Muy interesante Jose Antonio. No se hace largo.

5:25 p. m.  
Blogger Juan Antonio del Pino said...

Unicamente seguir felicitándote por este magnífico Blog.

6:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

José Antonio: He leído con interés lo que pones de Saturnino de Lucas. Supongo que la información la has sacado del libro "Los Topos". Sólo un comentario. No es cierto que los primeros años estuvo escondido en el arcón de la cuadra tanto tiempo. Estuvo también en la buhardilla de la casa de sus padres que entonces la tenían alquilada a mis abuelos. Lo tuvieron 5 ó 6 años escondido hasta que fue su familia a vivir allí. Mi abuelo era apolítico, pero era amigo suyo y le tuvo escondido. Muchas veces me contaba mi abuela el terror que pasaban cuando les registraban la casa buscándole para matarle... a él y supongo que a mis abuelos y sus 5 hijos no les hubiera ido nada bien... Hasta que él no salió no se supo que lo habían tenido escondido ni en mi casa ni en la de mis tíos.
Saludos.

Queen

10:17 a. m.  
Blogger Jose Antonio del Valle said...

Muchas gracias por la aclaración, Queen. Efectivamente, la historia la conozco por el libro de Torbado y Leguineche de hace tiempo, y me pareció que venía muy a cuento en estos momentos.

Saludos

11:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

3:53 a. m.  
Blogger Sergio said...

Cuando leí la historia de Saturnino en el libro quedé tan impresionado que algún día me gustaría ir a Mudrián a ver la casa si todavía está allí y hablar con alguien para que me cuente algo más sobre este superhombre.

7:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola, yo soy de Mudrian y alli todos conocemos la historia. Siento decirte sergio ke la casa ya no existe, estaba en malas condiciones y la tiraron para hacer una nueva. Si te puedo decir ke era muy estrecha, llamaba la atencion porke tendria unos escasos 2 metros de ancho. Lo ke si os puedo recomendar es ke nos visiteis en fiestas, del 23 al 27 de agosto, y disfruteis de la peñas y el buen ambiente. Un saludo a todos.

5:18 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola, yo también soy de Múdrian y os aseguro que la historia me pone todavia los pelos de punta.
Me ha emocionado mcuho llerlo despues de tanto tiempo...
¡Viva la libertad!

7:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Viva Mudrián y su gente!!! y Viva San Bartolo!!....y las Peñas!!

3:45 a. m.  
Blogger Laura said...

Hola a todos,
yo tambien soy de Mudrian (bueno, mi madre, pero he disfrutado de las fiestas de San Bartolo como la que mas!), ya conocia la historia, pero siempre estremece recordarla y descubrir nuevos detalles. Alguien puede contarme mas datos que no aparezcan en el libro de los topos??

8:07 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

estoy leyendo el libro titulado "los topos" y viene un relato espeluznante de satur. Yo soy riojano y viene en el libro una historia de uno de mi pueblo también, no menos espeluznante. Muy recomendable el libro!!

5:52 p. m.  
Anonymous susy said...

HOLA: GRACIAS POR NO OLVIDAR LAS INJUSTICIAS;PARA QUE NO SE OLVIDE LO INJUSTO QUE PUEDE SER CUANDO HAY GENTE TAN PREPOTENTE,QUE NI VIVEN NI DEJAN VIVIR.YO SOY NIETA DE FELIPE "CHARRABACO",HERMANO DE HERMANO DE SATURNINO;CUANDO YO NACI;FUE CUANDO EL SALIO DE SU EXILIO,BUENO supuestamente:VENIA DE BERLIN,MI ABUELO LO CELEBRO,POR ENTONCES MI HERMANO ESTABA EN EL PUEBLO.DECIROS QUE ESTOY MUY ORGULLOSA DE VENIR DE DONDE VENGO DE GENTE ONESTA Y TRABAJADORA,YA QUISIERAN ESOS CAZIQUES SER COMO FUERON ELLOS.UN SALUDO SUSY

5:37 p. m.  
Blogger nandoenero said...

Yo he aparecido por este blog, siguiendo la estela de mis antepasados. En el acta de nacimiento de mi abuelo materno consta como nieto de Francisco Carrión de San Adrián y Rita Herrero de Mudrián. Quisiera saber si ambos pueblos son el mismo. En algún sitio he leído que Mudrián antiguamente se llamaba Muño Adrián. ¿Alguno de vosotros me lo puede aclarar? Gracias.
Mi correo: nandoenero@hotmail.com

4:16 p. m.  

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