lunes, octubre 02, 2006

NACIDA EL CUATRO DE JULIO


IKUKO TOGURI (n. Los Ángeles, 1916 – m. Chicago, 2006)

El pasado 26 de septiembre moría a los 90 años Iva Toguri d´Aquino, más conocida en su país como Tokyo Rose, nombre con el que se la relacionaba desde los años cuarenta y que en realidad no pertenece a nadie. Tokyo Rose fue como llamaron los soldados aliados que combatían en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial a las locutoras de los programas de propaganda y guerra psicológica emitidos por el gobierno nipón. Y sería la versión japonesa de la famosa Axis Sally o de la posterior Hanoi Hanna de la guerra de Vietnam. En realidad las locutoras eran varias, sin embargo la viejecita que acaba de fallecer será recordada con ese nombre por lo que le ocurrió después de la guerra y que tiene más que ver con la capacidad que tienen los medios de comunicación para crear un mito y/o una cabeza de turco en determinadas circunstancias que con cualquier historia de espionaje y traición.
Iva (nacida Ikuko) Toguri, vino al mundo en California el día de la fiesta nacional americana de 1916. Hija de comerciantes japoneses emigrados a América, estudió zoología en la UCLA, y luego trabajó en el negocio de importación de sus padres aunque pensaba estudiar medicina. En julio de 1941 su madre la envió a Japón para cuidar de su hermana enferma, de manera que el ataque a Pearl Harbor la sorprendió en un país extraño en el que apenas hablaba el idioma. Acosada por la policía japonesa, se negó a renunciar a su nacionalidad, y empezó trabajar como mecanógrafa en Radio Tokyo para poder sobrevivir. Allí conoció al mayor australiano Charles Cousens, famoso locutor en su país, que había caído prisionero de los japoneses y colaboraba con ellos en sus emisiones de propaganda. Cousens buscaba voces para su programa Zero Hour, dirigido a los soldados aliados del frente del Pacífico, e Iva empezó a trabajar para él en 1943 radiando noticias y música con el pseudónimo de Orphan Ann. En realidad Cousens y sus colaboradores trataban de hacer el menor daño posible con sus “cantos de sirena”, y lo hicieron tan bien que los servicios secretos aliados reconocieron al final de la contienda que estos programas no solo no afectaban negativamente a la moral de las tropas, sino que se la elevaban
Al terminar la guerra, Iva Toguri, que en 1945 se había casado con un japonés de origen portugués, Felipe Aquino, empezó a pensar en volver a los Estados Unidos, aunque se encontró sin medios para ello debido a que había viajado a Japón sin pasaporte. En septiembre de 1945 unos periodistas americanos ofrecieron una recompensa a quien supiese algo sobre Tokio Rose, y una compañera de la radio les informó de que se trataba de Iva Toguri. En principio le ofrecieron dinero por su historia, incluso firmó un contrato admitiendo ser Tokyo Rose con la idea de sufragarse la vuelta a los Estados Unidos. Sin embargo, los periodistas la denunciaron a los servicios de contraespionaje americanos que la detuvieron y fue investigada por el FBI y la inteligencia aliada, sin hallarla culpable de nada (en realidad ellos sabían que Tokio Rose no existía) por lo que la dejaron en libertad. Al año siguiente volvió a solicitar el pasaporte para regresar a su país, lo que llegó a oídos de algunas asociaciones de veteranos y la prensa, especialmente del periodista Walter Winchell, quien organizó una campaña que levantó a la opinión pública y convenció al Departamento de Estado para volver a arrestarla, con lo que Iva Toguri volvió a su país en 1948 acusada de traición. El juicio tuvo lugar en 1949. Previamente las autoridades americanas habían buscado testigos y pruebas, dado que la mayoría habían sido destruidas tras la primera investigación del FBI que la encontró inocente. En el proceso sucedieron algunas irregularidades, se descubrió que se había pagado a algunos testigos que fueron eliminados y las pruebas nunca fueron concluyentes, pero la presión de los medios y la opinión pública acabó haciendo que se la condenara a 10 años de prisión por solo uno de los ocho cargos de traición de los que se le acusaba.
En 1956 salió de la cárcel, rebajada su condena por buen comportamiento, y tuvo que enfrentarse al gobierno que intentó deportarla, esta vez ganó.
En 1976 el programa de televisión 60 Minutes contó la historia desde el punto de vista de la protagonista, haciendo que la opinión pública cambiase a su favor, y consiguiendo que el presidente Gerald Ford la exonerara definitivamente al año siguiente. En 1980 se divorció de su marido, que nunca había podido seguirla a los Estados Unidos. Felipe D´Aquino murió en 1996. Desde el 77 Iva Toguri d´Aquino hizo lo que se le había negado durante tantos años, vivir una vida normal llevando el negocio de sus padres hasta que falleció el martes pasado en Chicago.